Erasé una véz . . .

   Erasé una véz, en un planeta muy, pero muy lejano (cuyo nombre omitiré para no herir susceptibilidades), inmerso en la constelación de Andrew, al borde de la galaxia Machu Píchu, existia un ser viviente de alma pura, cuyo único objetivo era, el entregar su grande, rojo, brillante y mancébo corazón, y qué, ademas de poseer una inteligencia absoluta sobre el espacio, conocía la totalidad del infinito, ya que él, en su infructífera búsqueda, lo había recorrido de pálmo a pálmo. La mayoría de las veces esperanzado, y en otras decepcionado, pero jamás derrotado; perseguía su objetívo, con vehemencia y sin prisa.

     Él, tenía casi todas las virtudes  y un solo defecto,  la inocencia, ya que el creía, sin dudarlo, que encontraria su complemento; inocencia al fin, que lo llevó, no solo a viajar trillones de años luz, sino a derrochar el tiempo de su vida, en esta busqueda y muy ingénua osadía.

   En ocasiones pausaba su travesía, no para dejar de buscar, sino para pedirles guia a Asteroides del Amor y a sábias estrellas fugaces, pero solo evasívas respondian, el objetivo estará pronto a tu alcance, le decian; perseverar es uno de tus dones, repetían; gastadas, trilladas, en él, las frases usaban, de su inocencia por defecto mofa hacian.

   Este ser, despues de pedir mil consejos, visitar millones de sitios, viajar trillones de años luz, regresó al punto de partida. Su tiempo habia terminado, y su inocente corazón, aún virgen, grande, rojo y siempre puro, se extinguía.

       Derrochó su tiempo en travesía, en buscar, se gastó su vida, sin saber que su alma gemela,  siempre le seguia. Hoy, su alma gemela le llora, cuestionando la ironía, Porque buscaba algo con obsesion?, lo que al final, simplemente llegaria. Si su aventura, hubiera detenido, se decía, alcanzarle, mi objetivo y su objetivo, cumplido estaría.